Por: Anylú Ayala
Últimamente se ha visto, escuchado, leído y conversado sobre la revolución. Las pasadas y la que podría haber. Tanto se ha hablado del tema que no creer en una nueva es casi traición a la patria: Que si las circunstancias económico-políticas, que cada 100 años, que Felipe Calderón, que el narcotráfico, que los medios de comunicación, que los impuestos… que todo apunta a que nos toca una revuelta.
La revolución que debemos emprender ha de ser más interna, mas cultural, mas de conciencia que de armas y levantamientos.
Si damos la espalda a los contenidos basura de televisión y radio (realitys, muevete´s, telenovelas, digresiones de hora y media con el disco de moda de fondo, etc.), si leemos un poco más (¿o mejor un muchísimo más?), si reclamamos nuestros derechos pero cumplimos las obligaciones.
Debe ser un esfuerzo conjunto. Dos que lo hacen secretamente colaboran, pero si no es un acuerdo tácito de la sociedad ¿cómo haremos entender a la clase política que queremos un cambio y que estamos cambiando? No debiera ser, pero nosotros tenemos que empezar porque, créanlo, ellos no lo van a hacer.
Un esfuerzo de conciencia cultural. Todos sabemos que no estamos haciendo bien. En teoría nuestro sistema democrático es bueno y bonito (nada barato) pero nos hemos encargado de moler, demoler y deshacer el sueño. Si el asunto fuera derrocar al mal gobierno hay que ponernos de acuerdo con todo el mundo (¿?) pero como no va a suceder, a empezar de lo local.
Un plus: Aquí hay una historia de amor sin final feliz: http://www.jornada.unam.mx/2009/11/21/index.php?section=cultura&article=a03n1cu